El retiro del arbolado en una vereda junto a la pista Marcelo Bianchi, en Carmelo, ha reactivado el debate sobre el modelo de urbanismo en la ciudad y sus implicancias para la calidad de vida. La decisión de eliminar árboles de esa acera —con el argumento de que no hay espacio suficiente para el tránsito peatonal— ha generado inquietud entre vecinos y especialistas.
La vereda opuesta, sobre la avenida Artigas, carece en varios sectores de vegetación, lo que plantea un escenario adverso para quienes transitan por la zona, especialmente durante los meses de verano, cuando las temperaturas alcanzan valores extremos. Sin cobertura vegetal ni sombra, caminar en esas condiciones puede convertirse en una experiencia incómoda e incluso riesgosa para grupos vulnerables como personas mayores o niños.
Una ciudad más expuesta al calor
La remoción de árboles en entornos urbanos puede agravar el fenómeno conocido como “islas de calor”, una elevación de temperatura en sectores densamente construidos donde predominan el asfalto y el cemento. Según estudios ambientales, el arbolado urbano no solo proporciona sombra, sino que también regula la temperatura, mejora la calidad del aire y contribuye a la salud física y emocional de la población.
En el caso de Carmelo, donde muchas calles ya muestran una limitada presencia de vegetación, la eliminación de más ejemplares amenaza con profundizar la exposición al calor y al deterioro del entorno.
Arbolado y planificación urbana
La Organización Mundial de la Salud recomienda un mínimo de entre 10 y 15 metros cuadrados de espacio verde por habitante. Sin embargo, en muchas ciudades intermedias como Carmelo, estos estándares aún están lejos de cumplirse. La planificación urbana en estos casos suele priorizar el tránsito vehicular o determinadas obras de infraestructura, en detrimento del arbolado y la experiencia peatonal.
Expertos en urbanismo sostienen que las decisiones sobre veredas y espacios públicos deberían considerar criterios ambientales y sociales. “No se trata solo de dejar espacio para caminar, sino de garantizar condiciones dignas y sostenibles para hacerlo”, explican.
Revalorizar el árbol como infraestructura urbana
Distintos municipios del país han comenzado a incorporar el arbolado en sus planes estratégicos como parte de una infraestructura verde. Esta perspectiva reconoce que los árboles no son un elemento decorativo, sino una herramienta de adaptación al cambio climático, de mejora del paisaje urbano y de fomento de la convivencia social.
En Carmelo, el desafío radica en conciliar las obras urbanas con una mirada ambiental de largo plazo. Recuperar el arbolado, planificar nuevas plantaciones y diseñar espacios que prioricen al peatón serán claves para una ciudad más habitable y resiliente.



























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