La escena ocurre en una mañana cualquiera de octubre. En las aulas de la Escuela Agraria de Rosario, donde normalmente se habla de producción rural, agricultura y ganadería, ese día los estudiantes de séptimo año miran con atención algo distinto. Frente a ellos, no hay docentes ni técnicos agropecuarios. Hay policías. Y lo que traen no son uniformes rígidos, ni advertencias secas, sino un mensaje que viaja por Wi-Fi: el uso responsable de las redes sociales.
Los funcionarios de la Brigada Departamental Antidrogas (BDA) de la Jefatura de Policía de Colonia se presentan sin aspavientos, pero con firmeza. Vienen a hablar de algo que, aunque no tiene olor a pólvora ni deja huellas en la escena del crimen, puede dañar igual: la sobreexposición digital.
Entre likes y riesgos
Los celulares no son solo aparatos. Son ventanas abiertas a todo. Lo saben los jóvenes que viven hiperconectados, y lo saben también los efectivos policiales que han aprendido que muchas veces el delito empieza con un clic. Por eso, esa mañana, más que advertir, buscan sembrar conciencia.
Los estudiantes escuchan sobre privacidad, sobre las consecuencias de subir una imagen sin pensar, sobre lo fácil que es ceder información sin saber a quién. Los policías hablan de manera directa, pero sin alarmismo. Cuentan historias reales —casos que empiezan con una conversación en redes y terminan mal— y repasan configuraciones de seguridad que pueden cambiarlo todo.
Voces que se acercan
La iniciativa forma parte de una estrategia más amplia: tender puentes entre la Policía y la comunidad educativa. No se trata de vigilar, sino de prevenir. De entender que las redes no son el enemigo, pero sí un territorio que necesita reglas claras.
«Hay que pensar antes de compartir», insisten los funcionarios. Y aunque la frase puede sonar a eslogan, en la mirada de los estudiantes se adivina que algo se mueve. Que tal vez, después de esa charla, piensen dos veces antes de aceptar una solicitud extraña o de enviar una foto por mensaje privado.
Una policía que educa
Desde la Jefatura de Policía de Colonia se apuesta por un enfoque más integral: que los efectivos no solo patrullen calles, sino también aulas. Que la seguridad no sea solo represión, sino también prevención, especialmente en un entorno como el digital, donde el daño puede ser silencioso pero profundo.
En Rosario, ese día, no hubo detenidos, ni persecuciones, ni operativos. Pero sí hubo algo más valioso: conocimiento compartido. Y quizás, gracias a esa charla, más de un joven haya aprendido que protegerse en las redes también es una forma de cuidarse en la vida.


























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