Hay presencias que se mantienen apenas por inercia. Siguen figurando, siguen existiendo, pero ya no marcan el ritmo ni el sentido de la conversación pública. En el departamento de Colonia, el Partido Colorado parece atravesar ese momento, donde más que disputar el poder, lo observa desde la periferia. Las elecciones municipales de 2025 confirmaron esta tendencia.
En la ciudad de Carmelo, con 16.270 personas habilitadas para votar, el Partido Colorado obtuvo apenas 131 votos, una cifra marginal frente a los 6.931 sufragios del Partido Nacional y los 2.476 del Frente Amplio. El dato es más elocuente si se lo compara con los 545 votos en blanco o los 619 sobres anulados, ambos superiores a la votación colorada. No ingresó ningún concejal al Municipio y no presentó un liderazgo competitivo a la Alcaldía.
Este resultado no es un hecho aislado. En varios puntos del departamento, el Partido Colorado quedó fuera de los gobiernos locales y sin representación significativa, reflejando un deterioro prolongado de su estructura territorial. Ya no se trata solamente de un mal desempeño ocasional, sino de una crisis estructural en su capacidad de incidir políticamente en Colonia.
Durante décadas, el Partido Colorado fue uno de los grandes actores políticos del departamento, con dirigentes que ocupaban espacios clave tanto a nivel local como departamental. Sin embargo, en los últimos períodos, esa influencia se fue diluyendo. La falta de renovación de liderazgos, la ausencia de presencia en el territorio, y la incapacidad de interpretar las nuevas demandas sociales, han contribuido a su desplazamiento fuera del centro político.
En contraste, tanto el Partido Nacional como el Frente Amplio lograron sostener estructuras activas en Colonia. En Carmelo, el primero obtuvo la alcaldía y cuatro de los cinco cargos de concejales, mientras que el segundo retuvo un representante. El Partido Colorado no tuvo ninguno.
A nivel nacional, figuras como Andrés Ojeda han buscado revitalizar la marca colorada con una narrativa fresca y directa, pero esa ola aún no alcanzó Colonia. No hay, por ahora, un liderazgo visible capaz de encarnar esa renovación en el plano departamental.
La pregunta que queda abierta es si el Partido Colorado tiene la voluntad y los recursos para reconstruir su presencia en Colonia o si esta última elección marca un punto de no retorno. A veces, las instituciones no desaparecen de golpe: se desvanecen lentamente, mientras el mundo sigue adelante.
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