La situación financiera del Municipio de Carmelo durante los primeros cinco meses de 2025 mostró una señal clara: los gastos superaron a los ingresos, generando un déficit operativo de $93.656. Sin embargo, el impacto no fue mayor gracias a un respaldo clave: el saldo que quedaba en caja desde diciembre de 2024, que ascendía a $321.255.
Gracias a esa reserva, el municipio pudo cubrir el desfasaje sin endeudarse ni cortar servicios, finalizando mayo con un remanente de $227.599. Pero esa tranquilidad es, en realidad, un llamado de atención: si este comportamiento se repite, ya no habrá colchón para amortiguar el golpe.
La caja depende de dos pilares: multas y transferencias nacionales
Durante el período enero-mayo, los ingresos alcanzaron los $2.110.728, mientras que los egresos llegaron a $2.204.384. La mayor parte del dinero ingresó por multas de tránsito y rubros afines, que representaron más del 55% de lo recaudado: $1.178.992. A eso se sumaron $781.216 del literal A, una partida que el gobierno nacional distribuye en forma pareja entre todos los municipios, y $110.000 del literal D, que se entrega cuando se cumplen metas o proyectos específicos.
En contraste, los literales B y C no aportaron nada en este semestre. El hecho de que Carmelo dependa de conceptos puntuales como las multas y de transferencias fijas del Estado deja en evidencia su poca autonomía financiera. La economía local, hoy, no genera otras fuentes de ingreso significativas que le permitan reforzar su presupuesto.
En qué se fue el dinero: mantener, asistir, sostener
Más de la mitad del gasto municipal se destinó al mantenimiento de espacios públicos y la operativa diaria: $1.171.524. Otra parte importante fue a parar a eventos y colaboraciones comunitarias ($640.381), y $109.884 se invirtieron en ayuda social directa. El resto cubrió necesidades como necrópolis, tránsito, combustible, vestimenta del personal y reparaciones.
La lectura es clara: el Municipio priorizó sostener su presencia territorial, mantener los servicios y apoyar a la comunidad. No hubo interrupciones visibles en la ciudad. Pero este nivel de actividad se logró usando fondos del año anterior, y eso no es sostenible a largo plazo.
Préstamo puente: una alerta más que un alivio
Ante demoras en la llegada de fondos desde la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), el Municipio recurrió a un préstamo de la Intendencia de Colonia. No fue por falta de recursos asignados, sino por los tiempos: el dinero no llegaba. La Intendencia adelantó los fondos, que luego recuperará.
Este episodio evidencia la fragilidad del esquema financiero municipal. No hay margen para esperar. Si los recursos nacionales se atrasan, el Municipio queda expuesto. La dependencia de estos flujos, combinada con la escasa generación propia, convierte cada demora en un riesgo real para la operativa local.
Qué puede pasar si todo sigue igual
Hoy, Carmelo sigue funcionando con normalidad. Pero la advertencia es clara: no hay espacio para otro semestre con déficit si no ingresan nuevos recursos o si no se ajusta el gasto.
Si la tendencia continúa, el Municipio podría verse obligado a reducir apoyos sociales, postergar obras o pedir nuevos préstamos, afectando de forma directa a los vecinos. El equilibrio presupuestal ya no puede basarse en reservas acumuladas: esas reservas ya se están usando, y no se reponen solas.
Lo que se debe cuidar, lo que se debe fortalecer
Evitar comprometer gastos sin respaldo concreto, priorizar inversiones que tengan retorno para la comunidad, y planificar con margen frente a eventuales atrasos en los fondos nacionales son hoy decisiones urgentes.
También es hora de ampliar las vías de ingreso, activando herramientas disponibles para acceder a los literales B y C, o impulsando estrategias locales que generen recursos sin castigar al vecino.
La experiencia del primer semestre mostró una administración que mantuvo el barco a flote, pero también que navega en aguas que pueden volverse bravas si no se cambia el rumbo financiero.
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