Crisis, deudas, cierre de plantas, y sin embargo: resistencia. En el litoral de Uruguay, una cooperativa láctea intenta reinventarse frente al colapso. Detrás del conflicto de CALCAR se abre una pregunta más grande: ¿qué hacer con las ruinas productivas del país? Una lectura desde las teorías del aceleracionismo y el presente que pide futuros posibles.
CALCAR, la Cooperativa Láctea de Carmelo, fue fundada el 15 de noviembre de 1956 por 23 productores rurales. A lo largo de décadas, se convirtió en un actor clave de la industria láctea uruguaya, con plantas en Carmelo y Tarariras, en el departamento de Colonia. Sin embargo, en los últimos años, la cooperativa entró en una profunda crisis financiera. La planta de Carmelo cerró en 2024, y recientemente también se confirmó el cierre definitivo de la planta de Tarariras, afectando a más de 70 trabajadores.
A pesar de la caída, un grupo de trabajadores y productores se niega a rendirse. Intentan sostener lo que queda de CALCAR con propuestas autogestionadas, apelando a la cooperación, la tecnificación y la búsqueda de nuevos modelos de negocio. En un país donde la industria láctea ha sido históricamente motor de desarrollo local, la persistencia de este grupo parece decir: esto no está terminado.
Este gesto puede ser leído desde una clave filosófica y política poco explorada en el debate público: el aceleracionismo. Una corriente de pensamiento que propone no resistir al capitalismo desde la nostalgia o el rechazo, sino empujar sus procesos hasta el límite, reapropiando sus herramientas, tecnologías y estructuras para redirigirlas hacia otros fines.
En el Manifiesto por una Política Aceleracionista (2013), los pensadores Alex Williams y Nick Srnicek postulan que el capitalismo ha desarrollado fuerzas productivas y estructuras materiales que, en muchos casos, ya no puede sostener ni controlar. Estas estructuras —como puede ser una planta industrial con capacidad de producción láctea y saber técnico acumulado— no deben ser destruidas, sino reutilizadas para construir futuros más justos y sostenibles.
El antecedente filosófico remite al Fragmento sobre las máquinas de Karl Marx, donde ya se planteaba que el desarrollo técnico puede abrir posibilidades que el sistema capitalista no logra canalizar. Años después, Deleuze y Guattari llevaron esta idea más lejos en Capitalismo y esquizofrenia, proponiendo formas de desbordar los límites del sistema mediante la intensificación de sus propias dinámicas.
En el caso de CALCAR, los trabajadores no proponen una vuelta al pasado ni se contentan con la denuncia. Plantean reprogramar la infraestructura existente para que funcione con una lógica distinta. ¿Qué pasaría si las ruinas industriales del interior del país fueran vistas como plataformas de despegue para modelos de producción postcapitalistas?
El novelista J.G. Ballard, uno de los referentes culturales del aceleracionismo, escribió que “el futuro es una mejor guía para el presente que el pasado”.
En ese sentido, la historia de CALCAR no es solo la de una cooperativa que lucha por sobrevivir: es el ensayo concreto de una pregunta más amplia. ¿Qué hacemos con lo que el mercado deja atrás?
Fuentes verificadas:
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CALCAR: historia de la cooperativa – Food News Latam
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Manifiesto por una Política Aceleracionista, Williams & Srnicek (2013)
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Fragmento sobre las máquinas, Karl Marx
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Capitalismo y esquizofrenia, Gilles Deleuze y Félix Guattari
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Obras de ficción especulativa de J.G. Ballard, Samuel Butler y William Gibson
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