En 2018, el departamento de Colonia se integró formalmente al Plan Nacional de Caminería Departamental (PNCD), una estrategia inédita en Uruguay por su alcance, metodología y visión a largo plazo. El plan, impulsado desde la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) con el respaldo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), surgió como respuesta a una crisis estructural: 40.000 kilómetros de caminos rurales bajo responsabilidad de las intendencias, muchos de ellos deteriorados por el auge agroexportador, el transporte intensivo y eventos climáticos extremos.
En este contexto, Colonia —uno de los departamentos con mayor riqueza agroindustrial del país— fue diagnosticado como un territorio estratégico. Con apenas el 3,5 % de la superficie nacional, concentraba el 4,7 % del Producto Interno Bruto (PIB) del país, gracias a un tejido productivo diversificado en cereales, ganadería vacuna y lechería. Las plantas lácteas de CALCAR, Granja Pocha y la entonces pujante INDULACSA subrayaban esta realidad. Pero esa potencia económica no estaba acompañada por una red vial acorde.
Una red rural bajo presión
La expansión agrícola y forestal del litoral sur había incrementado significativamente el tránsito de cargas pesadas. En Colonia, el 35 % del territorio se destinaba al cultivo de cereales y oleaginosas; el 30 %, a la lechería. A esto se sumaba la infraestructura logística portuaria de Nueva Palmira, enclave clave para la exportación de granos.
El informe del PVD (Programa Vial Departamental) advertía que la red vial existente no estaba diseñada para esta demanda. Los caminos rurales, muchos de tierra o con pavimentos deteriorados, enfrentaban presiones que superaban su capacidad estructural. Los efectos de lluvias más intensas y frecuentes agravaban el panorama.
Planificación participativa y mirada territorial
Lo disruptivo del plan fue su proceso. Más de mil personas participaron en talleres y audiencias en todo el departamento: productores, funcionarios, vecinos, asociaciones de mujeres rurales. Se recolectaron datos, se cruzaron fuentes primarias y secundarias, se aplicó una metodología multicriterio que ponderaba factores sociales, económicos y geográficos para categorizar cada tramo de camino.
La metodología consideró tres dimensiones: accesibilidad a servicios básicos, capacidad de articulación territorial y peso en la actividad económica. Así, cada tramo fue evaluado y priorizado con base en su función social, conectividad y productividad.
Una inversión sin precedentes
El plan nacional preveía una inversión de más de 230 millones de dólares en 10 años, de los cuales 190 millones se destinarían a rehabilitar más de 1.700 kilómetros de caminos rurales y 40 millones a construir más de 50 puentes y alcantarillas. Para el mantenimiento rutinario de 10.000 kilómetros anuales, se reservaban 25 millones. En 2017, Colonia recibió asignaciones conjuntas del gobierno nacional y departamental por más de 1.400 millones de pesos uruguayos para tareas de mantenimiento, mejora y nuevas obras.
El diseño del plan reconocía que no bastaba con construir caminos; era necesario garantizar su conservación. Se promovieron contratos tipo CREMA (rehabilitación y mantenimiento) y estándares de calidad que incentivaran la participación de empresas locales. Además, se exigía que toda obra se acompañara de planes de mantenimiento posteriores.
Una red que conecta desarrollo
Colonia no solo se enfrentaba al desafío vial, sino a una estructura demográfica cambiante. Aunque el 90 % de la población vivía en zonas urbanas, más del 50 % de los alumnos rurales debían trasladarse fuera de su localidad para asistir a centros educativos. El acceso a servicios de salud y educación dependía de la transitabilidad de caminos muchas veces intransitables en invierno.
Así, el PVD no fue solo un programa de infraestructura: fue una hoja de ruta para igualar oportunidades, sostener la productividad y reducir desigualdades territoriales. En palabras del director de Descentralización de la OPP, de aquellos años, Pedro Apezteguía, los programas viales departamentales debían ser «la guía ineludible de cómo trabajar, cuánto invertir y cuándo hacerlo».
Años después, la memoria de aquel 2018 permanece como una bisagra en la gestión territorial uruguaya. Colonia, con su historia de rutas comerciales y producción agroindustrial, volvió a ocupar el lugar que siempre le había correspondido: el de un territorio que conecta.
2025: Avances puntuales y desafíos persistentes
A pesar de iniciativas concretas, la caminería rural del departamento enfrenta dificultades estructurales que limitan su desarrollo.
En febrero de 2024, durante la 42ª Sesión Plenaria del Congreso de Intendentes, se firmó un plan de mantenimiento para la caminería rural de Colonia. Este acuerdo, suscrito por el intendente Carlos Moreira y el alcalde de Tarariras, Dany Pérez, forma parte de los compromisos de gestión entre municipios e intendencias, financiados por el Programa Fondo de Desarrollo del Interior (FDI) y el Programa de Caminería Rural.
Además, en la segunda sesión de la Comisión Sectorial de Descentralización de 2025, se evaluó la ampliación de un proyecto en Colonia y se informó sobre el progreso de 25 proyectos en evaluación, correspondientes a 13 departamentos. Estas iniciativas incluyen proyectos de consolidación barrial, fortalecimiento de la gestión departamental y desarrollo urbano.
(2018 – 2024) Del plan a la emergencia
A pesar de estos avances, la caminería rural de Colonia enfrenta desafíos estructurales significativos. En mayo de 2024, los intendentes presentaron una propuesta para declarar el Estado de Emergencia Nacional de la caminería rural y suburbana, debido al mal estado de los caminos y las inclemencias climáticas. El director de la OPP, Fernando Blanco, destacó la necesidad de contar con información precisa de los gobiernos departamentales para reformular el FDI y solventar los gastos en mantenimiento y reparación.
El informe del PVD de 2018 ya advertía sobre las presiones económicas y climáticas que afectaban la conservación de los caminos rurales, señalando que muchos no estaban dimensionados para la demanda actual y que las precipitaciones habían incrementado su frecuencia y magnitud, impactando en la conservación de pavimentos.
Avances y desafíos estructurales
En resumen, desde la implementación del PVD en 2018, Colonia ha experimentado avances en la planificación y mantenimiento de su caminería rural, respaldados por acuerdos interinstitucionales y financiamiento nacional.
Sin embargo, los desafíos estructurales y climáticos persisten, limitando el desarrollo integral de la red vial departamental.
La necesidad de una estrategia sostenida y adaptativa se mantiene vigente para garantizar la conectividad y el desarrollo económico y social del departamento.
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