No debería serlo. En palabras de Giovanni Sartori, la democracia necesita de una opinión pública bien informada, y para eso requiere medios que cumplan su rol con responsabilidad. La independencia no es un eslogan, es una condición ontológica del buen periodismo. Cuando un medio necesita declarar que es “independiente”, quizás está reaccionando a una sospecha social —o incluso autoinmunizándose frente a críticas—. En definitiva, lo que se enuncia como obvio suele ser lo que está en crisis.
La independencia, en el sentido sartoriano, se vincula con el rol del periodismo como contralor del poder: el cuarto poder. Si el medio repite que es independiente, podría estar actuando como quien se excusa antes de ser acusado. La independencia real no se proclama, se demuestra.
2. La objetividad como eje de poder
Aquí entramos en un terreno espinoso. La objetividad en el periodismo, entendida no como neutralidad sino como pluralidad de fuentes, verificación rigurosa y transparencia del proceso informativo, es el único modo en que un medio puede construir autoridad.
Sartori advertía que la opinión, cuando suplanta a los hechos, erosiona la democracia. Por eso, un medio no debe “buscar todas las voces” solo por pluralismo decorativo, sino para ofrecer al lector un mapa completo, aunque conflictivo, del mundo. Si lo hace, no necesita decir que es independiente. El lector lo siente. El silencio sobre la independencia, cuando hay rigor, es más elocuente que mil declaraciones.
3. La paradoja de los que lo aclaran
¿Por qué algunos lo dicen tanto? Porque necesitan legitimarse. Pero en muchos casos, eso ocurre cuando:
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Hay vínculos financieros o políticos no explícitos.
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La línea editorial opera en la sombra de un partido, empresa o ideología.
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La crisis de credibilidad obliga a reafirmar una ética que no se ve reflejada en los hechos.
Desde un punto de vista político, esa afirmación puede ser una operación simbólica: un simulacro (Baudrillard) de independencia, donde el gesto de decirlo reemplaza el acto de ejercerlo.
4. ¿Qué premisas no necesitan ser dichas?
Un medio genuinamente periodístico no necesita decir que:
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Verifica la información.
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Contrasta fuentes.
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No responde a intereses espurios.
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No milita.
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Escucha todas las voces.
Eso debe ser evidente en la práctica. Si necesita decirlo, quizás lo está usando como branding, no como ética. En ese caso, lo que hay es una performance de independencia, no una práctica de independencia.
Hay medios que construyen su legitimidad en un tipo de independencia diferente: no de los partidos, sino del mercado. Suelen declararse independientes del poder económico, pero muchas veces su militancia ideológica (progresismo, ecologismo, feminismo, anticapitalismo) los lleva a perder pluralismo. No venden su independencia como neutralidad, sino como ética editorial. Eso genera una paradoja: son independientes, pero no imparciales.
En términos políticos: el lector sabe a qué atenerse. Su credibilidad no está en que ocultan su marco ideológico, sino en que lo asumen. En ese punto, la independencia como transparencia editorial es más honesta que la simulación de objetividad.
5. Conclusión subjetiva y política
Decir que uno es independiente cuando lo es, suena redundante. Pero decirlo cuando no lo es, suena cínico. Lo importante no es lo que se dice, sino lo que se hace. Y lo que se hace en periodismo —como en política— se mide por sus consecuencias: a quién se interpela, a quién se protege, a quién se visibiliza, a quién se silencia.
En el ecosistema actual, decir “soy independiente” suele ser menos confiable que simplemente ejercer el periodismo con rigor, apertura de voces y evidencia chequeada. Lo verdaderamente independiente se nota cuando el medio incomoda a todos por igual, cuando da espacio a disidencias internas, cuando verifica incluso lo que coincide con sus valores.
Como decía Sartori: el periodismo que sirve a la democracia no es el que proclama su virtud, sino el que asume la tensión de vivir entre el poder y la verdad.
En definitiva, el periodismo no debe ser creído por lo que proclama, sino por lo que incomoda.
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