El fallecimiento de Rodolfo Rademir Leizagoyen Dávila, cariñosamente conocido como «RADDY», vinculado a la comunidad helvética, deja una profunda huella en la memoria colectiva de todo el departamento de Colonia. Figura entrañable y comprometida, su vida fue sinónimo de participación activa, sensibilidad social y vocación por el bien común.
Profundamente arraigado a su tierra, supo representar como pocos el espíritu solidario y cultural que distingue a las comunidades del suroeste del país. Su compromiso no fue circunstancial ni pasajero: se manifestó en cada gesto, en cada causa compartida, en cada espacio que supo habitar con respeto, convicción y entrega.
RADDY fue un hombre de ideas claras, de principios firmes y de cercanía humana. Su legado se construyó en el tiempo, a través de un vínculo estrecho con la vida social, cultural y política del departamento. Siempre dispuesto a tender puentes, a generar diálogo, a promover valores de convivencia y pertenencia, dejó tras de sí un modelo de liderazgo basado en la escucha, el respeto y la acción colectiva.
Su ausencia se siente no solo en quienes compartieron con él espacios de trabajo social, sino también en toda una generación que vio en su figura un ejemplo de dedicación cívica y compromiso con el entorno. En tiempos de dispersión y desencuentros, su nombre evoca la posibilidad —y la necesidad— de construir comunidad.
El recuerdo de Rodolfo Rademir Leizagoyen Dávila, «Raddy», permanecerá vivo en las historias, los afectos y las convicciones de quienes lo conocieron. Más allá de cualquier rol puntual, fue ante todo un ciudadano ejemplar. Un referente de esos que no se olvidan.
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