Durante meses, el silencio fue la clave. En los pasillos de la Brigada Departamental Antidrogas de la Jefatura de Policía de Colonia se hilaban datos, se cruzaban pistas, se seguían movimientos. Una tarea meticulosa, paciente, casi de orfebre. Así fue como nació la operación “Colmena”, una red de inteligencia policial que logró desbaratar un circuito de venta de drogas que se extendía entre Montevideo y Juan Lacaze.
La madrugada en que la operación tomó forma definitiva, el zumbido de los helicópteros de la Fuerza Aérea cortó el cielo con precisión quirúrgica. Diez allanamientos simultáneos —cuatro en la capital y seis en la ciudad coloniense— movilizaron a decenas de efectivos. El golpe fue certero.
El resultado: ocho personas detenidas —seis hombres y dos mujeres—, todas puestas a disposición de la Justicia. Además, se incautaron celulares, dinero en efectivo (en moneda nacional), pasta base, marihuana, un vehículo, un arma de fuego, municiones, balanzas digitales y otros elementos vinculados al comercio ilícito.
La operación, que lleva el nombre de “Colmena”, no fue casual: como en una colmena real, cada parte del engranaje criminal tenía un rol claro y eficiente. Pero también compartía su fragilidad: con la ruptura de un punto clave, toda la estructura podía desmoronarse. Y así fue.
Según confirmaron fuentes policiales, la investigación comenzó hace varios meses, cuando se detectaron movimientos irregulares y puntos de venta activos en zonas específicas. El trabajo de campo, sostenido en el tiempo, permitió construir un mapa de vínculos y relaciones que culminó en los allanamientos realizados esta semana.
La Justicia ahora tendrá la tarea de determinar el grado de responsabilidad de cada uno de los detenidos, mientras la Policía continúa trabajando para identificar posibles ramificaciones.
En una época donde la tecnología digital marca el ritmo, la inteligencia territorial y la coordinación institucional siguen siendo herramientas clave. La “colmena” cayó, pero en la trama del narcotráfico, como en todo enjambre, siempre hay otras alas que comienzan a batirse.
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