El reciente encuentro entre el intendente de Colonia, Guillermo Rodríguez, y el director general de INEFOP, Miguel Ángel Venturiello, pone en evidencia un momento significativo de convergencia institucional en torno a uno de los desafíos centrales de las democracias contemporáneas: el empleo en transición.
En el marco de la Gira Nacional de Consulta Pública impulsada por el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional, esta reunión no fue meramente protocolar. Representó, en cambio, un escenario donde se manifestaron preocupaciones y propuestas compartidas entre el nivel nacional y el departamental, enfocadas en un problema estructural: cómo garantizar la empleabilidad en un contexto de cambios tecnológicos, económicos y sociales que redefinen el lugar del trabajo en la vida de las personas.
El empleo como política activa en el territorio
El énfasis puesto por ambas partes en la capacitación continua, tanto para personas empleadas como para quienes buscan insertarse o reinsertarse en el mercado laboral, refleja un entendimiento moderno del trabajo: ya no como una ocupación fija en el tiempo, sino como un proceso dinámico que requiere constante actualización de competencias.
Este enfoque apunta a la necesidad de un Estado capaz de responder a nuevas demandas ciudadanas en tiempos de mutación institucional. En el caso del empleo, esto implica superar las políticas pasivas (como los subsidios) y desarrollar estrategias activas de formación, vinculadas a las realidades productivas del territorio.
En ese sentido, la sorpresa de Venturiello ante la diversidad económica de Colonia —según lo expresado tras el diálogo con el intendente y su equipo— es clave: el departamento no solo posee un entramado turístico consolidado, sino también una matriz agroindustrial y portuaria que demanda perfiles laborales específicos. La existencia de esta pluralidad productiva genera oportunidades, pero también obliga a una planificación ajustada a las realidades locales.
Reconversión y subjetividad del trabajador
Otro aspecto relevante, aunque no siempre explicitado en estos encuentros, es el componente subjetivo y emocional del trabajo, algo que muchos economistas y sociólogos han enfatizado en sus críticas al modelo postfordista.
En un contexto donde las fronteras entre tiempo laboral y personal se diluyen, y donde el trabajo se precariza y fragmenta, no alcanza con ofrecer formación técnica. Es necesario que las políticas públicas consideren también el impacto psicosocial del desempleo y de la reconversión permanente.
En este plano, el rol de INEFOP se amplía: no es solo un gestor de cursos, sino un mediador entre la sociedad y el nuevo contrato social del trabajo, el cual está todavía en proceso de definición. De allí que el diálogo institucional, como el ocurrido en Colonia, debe ser visto no solo como un ejercicio administrativo, sino como un gesto político que reconoce el trabajo como un derecho en redefinición.
Hacia un ecosistema de empleo colaborativo
La reunión mantenida previamente entre INEFOP y diversas instituciones —UTU, MIDES, Intendencia, Asociación Turística y ECAS— señala una voluntad de construir un ecosistema colaborativo, donde el empleo y la capacitación se aborden desde una lógica de gobernanza múltiple.
Esta estrategia, sobre los desafíos de un futuro con trabajos automatizados y redefinición de habilidades humanas, se apoya en el principio de que nadie puede enfrentar solo la transformación del mundo laboral.
En definitiva, lo que se expresó en Colonia no fue únicamente una articulación interinstitucional, sino un ejemplo de cómo los gobiernos locales pueden y deben involucrarse en la construcción de un nuevo pacto laboral. Un pacto que contemple la innovación tecnológica, la sostenibilidad social y el desarrollo humano como elementos indivisibles del futuro del empleo.


























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