Lacalle Pou, el candidato que va a por su revancha para la Presidencia

Luis Lacalle Pou comparece este domingo como ganador de las elecciones internas del Partido Nacional (PN), en Montevideo (Uruguay). EFE/Raúl Martínez

Luis Lacalle Pou consiguió este domingo hacerse con la candidatura del opositor Partido Nacional (PN- de derecha) y ahora irá a por su revancha en los comicios de octubre para alcanzar el sillón presidencial, al que no pudo acceder en las elecciones de 2014.

El senador y también abogado está inmerso en la política desde 2000, cuando ingresó al Parlamento como diputado.

Sin embargo, por su sangre corre gran parte de la historia política del Uruguay, ya que es hijo del expresidente Luis Lacalle Herrera (1990-1995) y bisnieto de Luis Alberto de Herrera, una de las principales figuras políticas del siglo XX en el país suramericano.

Lacalle Pou, de 45 años, confirmó de esta forma su favoritismo en las encuestas, que durante toda la campaña electoral lo colocaron al frente de su partido varios puntos por encima de sus perseguidores.

Al igual que en las elecciones de 2014, cuando instaló el concepto de «por la positiva», el ahora candidato llevó adelante una campaña en la que evita los enfrentamientos tanto con sus pares como con sus opositores.

Aunque tiene en la espalda un apellido de peso para el país, el senador optó como estrategia para estas elecciones abandonar sus raíces y que su eslogan de campaña fuera únicamente «Luis».

Si bien desde un principio se especulaba con que el senador iba a ser el candidato de su partido, a fines de 2018 llegó a la escena política el magnate Juan Sartori, quien sorprendentemente presentó su precandidatura por el PN.

Lo que en un principio parecía ser una candidatura más, con el tiempo se fue transformando en un escollo para Lacalle Pou y acercándose en las encuestas.

La campaña de Sartori -que muchos lo acusaron de hacer «política sucia» y prácticas dudosas para hacerse conocer- fue efectiva y llevó al millonario a desplazar incluso al senador Jorge Larrañaga al tercer lugar.

En contrapartida, Lacalle Pou fue uno de los objetivos de la campaña sucia y, durante los últimos meses, se difundieron audios con noticias falsas, caricaturas insultantes e incluso encuestas falsas que atacaban al senador y lo acusaban -entre otras cosas- de irresponsable o drogadicto.

La vida del senador estuvo alejada de la política hasta que se convirtió en diputado. Según dijo en entrevista con Efe, la política para él fue «poder cambiar un chip de rebeldía negativa a rebeldía positiva, representó la posibilidad de ser una mejor persona».

En 2013, cuando todavía no era demasiado conocido, Lacalle Pou decidió ir tras los pasos de su padre y se lanzó a la precandidatura por el partido «blanco».

Lo que parecía imposible, ya que Larrañaga -que fue candidato por el PN en 2004 y precandidato en 2009 cuando cayó ante Lacalle Herrera- era amplio favorito, se convirtió en realidad y Lacalle Pou se transformó en el candidato de su partido.

En aquellas elecciones presidenciales no pudo hacer nada frente a la figura del actual presidente, Tabaré Vázquez, quien llegó sin mayores dificultades a su segundo periodo de gobierno.

Pese a la fuerte campaña publicitaria, a que se presentaba como un candidato joven y a que el oficialismo ya llevaba 10 años en el Gobierno, el pueblo uruguayo optó por Vázquez.

Hoy la situación es diferente debido a que el PN ha crecido en las encuestas y, fundamentalmente, a que la coalición de izquierdas oficialista, el Frente Amplio (FA), ha caído y corre riesgo de perder el Gobierno.

Además, el FA se encuentra en un periodo de renovación, en el que las principales figuras del partido (Vázquez; el ministro de Economía, Danilo Astori, y el expresidente José Mujica) se harán a un lado y ya no formarán parte de la fórmula presidencial.

Ahora, el desafío del líder nacionalista será vencer a la nueva cara del FA, el exintendente de Montevideo Daniel Martínez, quien tiene una estrategia política similar a él ya que prefiere no ir al roce ni criticar a sus adversarios.

El niño rebelde e hijo de presidente confirmó su popularidad en las urnas y ya se afianzó como un político respetado en la esfera política de Uruguay.

Ahora, el desafío para él será lograr la unidad en su partido -que estuvo en duda en la campaña interna- y llevar al PN a un nuevo periodo de Gobierno.

La última vez en que los nacionalistas gobernaron Uruguay fue precisamente con su padre, por lo que tendrá la responsabilidad de volver a los blancos al poder y de continuar el legado del apellido Lacalle.

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