Mis noes

A este año le falta poco para que cierre definitivamente su espacio temporal.
Vicente Molina escribió en El País de Madrid una mirada con muchos aciertos, nos dice que este 2020 fue «el año del no». Y gracias que le quedan pocas horas para que se nos vaya del todo.

Fue el año en donde la privación era el único antídoto «no toser cerca del prójimo, y mucho menos besarlo. No ir al cine, al café. Y el peor no de todos: no saber el remedio a corto plazo. Ni las secuelas. Por eso si hay un grupo de gente que se me atraganta es el de los sabihondos negacionistas; la vanguardia de la desconfianza, que ya otea la vacunación como el nuevo engaño. Yo de la covid-19 sólo sé que no sé nada,» sentencia.

«Me considero afortunado porque mis noes han sido de una dimensión llevadera, aunque quizá mi mente y alguna que otra provincia de mi cuerpo proteste o me lo nieguen. Me faltó lo que no pude ver, lo que no pude decir ni siquiera en privado, lo que se interrumpió o canceló y está en duda que se reanude. No salí de mí mismo, y no pude, por primera vez en mi vida, ir al mar, que al meterme en él los veranos me sirve de segundo bautismo, «destaca.

Al final se pregunta una genialidad, » ¿empieza el año del sí o es una tregua? De nuestros nos depende que los síes ganen,» concluye.

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