Los repère de Carmelo

Repère ubicado en la esquina del escritorio del Ingeniero Daniel Mérif.

Por Elio García |

(*) Dedico esta nota a todos los escolares de Carmelo que tienen curiosidad y siempre nos preguntan cosas que los adultos no sabemos.

 

Hace muchos años le pregunté a un vecino del lugar, qué utilización tenían esas medias lunas de hierro que se encuentran en muchas esquinas de Carmelo. Me dijo que en épocas antiguas, cuando había mucho barro y adoquín existían esos trozos metálicos para que los vecinos se limpiaran las botas antes de entrar.

Nunca me convenció aquella mirada. Estos trozos de metal están por todos lados y algunos no se encuentran al lado de una puerta. Están ubicados en varias esquinas de Carmelo y pasan totalmente desapercibidos para quienes tienen la mirada alta y no acostumbran caminar lento, mirando la vereda.

Por eso estoy convencido que muchos lectores jamás han detectado estas llamativas marcas que alguna utilidad tuvieron.

Hace relativamente muy poco el Ingeniero Daniel Mérif me explicó de que se tratan estos verdaderos hitos que de simbólicos y ocultos no tienen nada.

Son los repère de Carmelo.

Y claro,  allí están abandonados ante la indiferencia de todos.

 

¿Pero que significa esta palabra francesa repère ?

Un repère es una marca para la orientación en el espacio, para localizar algo, una evaluación de una medida de distancia o valor. Es una señal para guiarse en un barrio. Un punto de referencia, una marca. Una parte terminal de geodésica, destinada a mantener el resultado de la medición, dice el diccionario.

Mérif nos dice que en nuestra ciudad fueron incorporados al casco urbano en la década de los años cincuenta, «uno de los que anduvo trabajando en eso -entre otros- fue el Ingeniero Feliciano Alvariza, hoy fallecido.»

Un trabajo meticuloso y exacto

Estos carmelitanos nivelaron todo Carmelo a través de la instalación de estos repère, por ejemplo «esto sirvió en las décadas de los sesenta, cuando se realizó el saneamiento de la ciudad. Con esto se sabía el nivel exacto de cada esquina o de cada intersección de calle. El 90% de las casas que existen hoy sacaron estas señalizaciones por desconocimiento», nos cuenta el Ingeniero Mérif.

«El plano que antiguamente existió en la Sub Dirección de Arquitectura mostraba cada nivel con cada punto. Así se podía ir a cada esquina y saber el nivel de cordón cuneta a construir, los desagües a realizar,»  nos cuenta.

La historia de los datos

«Supongo que esto lo deben haber utilizado cuando hicieron toda la red de saneamiento de Carmelo. Se establecieron en la zona céntrica, entre Sarandí, 12 de febrero, Varela y Avenida Artigas. Todo eso estaba nivelado.»

«Hoy que se habla tanto de la tecnología y la necesidad de datos, esto es una prueba que en materia de datos existen de muchísimo tiempo atrás. Parece que de diez años a esta parte se inventó todo y lo que tiene que quedar en claro que con menor tecnología pero con gran conocimiento, ya existía información,» reflexiona el profesional carmelitano.

Mi ignorancia

El Ingeniero Daniel Mérif sonríe cuando le comentaba la idea que tenía sobre la utilización de esas ‘extrañas’ medialunas de hierro y me cuenta «no solo la gente piensa que lo utilizaban para limpiar las botas, también escuché que era para atarse los cordones.»

El repère no solo se encuentran en algunas esquinas carmelitanas. Merif nos cuenta que en Montevideo en la Iglesia Matriz hay uno.

Homenaje al  repère

Se me ocurre que sería bueno rescatar estas historias ciudadanas tan desconocidas  -me incluyo- para muchos de nosotros del Carmelo.

No es poca cosa descubrir que hubo gente que trabajó en ellas e imagino lo complicado de esa tarea, donde debieron estudiar mucho el territorio para ser precisos y exactos.

Sería bueno que las actuales autoridades locales municipales  reconociera a quienes crearon el sistema de repère carmelitano y que en un año tan particular como este del Bicentenario de Carmelo, se homenajeará oficialmente este trabajo tan meticuloso, preciso y que sin dudas pertenece al patrimonio local.

Habla de una forma de tratar a la ciudad, de gente que pasó y dejó su huella.

Es un testimonio mudo de amor por la ciudad casi invisible.

 

 

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