Nosotros hablamos de ellos

Por Elio García

No ponemos nuestras miradas en crisis. No nos educan para eso. La realidad es lo que yo percibo y mis ideas son las válidas.

En esa lógica no damos lugar a quienes piensan distinto a nosotros. Si en el pueblo hay un problema y los ciudadanos se organizan, seguramente lo harán por el grado de afinidad política y social que el grupo tiene. La caracterización del mismo no admite pluralidades, hay algo que los une, incluso más allá de lo ideológico.

Hay un tema de piel. No te bancamos. No perteneces a nuestro equipo. Parecen decirte.

Y así funciona dentro de los esquemas ideológicos más variopintos. El anclaje no es la diversidad. Se habla mucho de la diversidad pero nunca hubo tanta homogeneidad en la conformación de los grupos como ahora.

Son todos igualitos.

Y el Uruguay no era así. El debate se ha venido abajo justamente porque hablamos y nos relacionamos entre aquellos que piensan igual en temas centrales de la vida.

Lo nuestro, lo que percibimos del mundo es nuestra realidad entonces no hay diálogo, y no hay ideas.

Fíjense como funcionan la Junta Departamental de Colonia y el Municipio de Carmelo. Tienen una dinámica muy parecida. La interrelación de las fuerzas no interactúan, por eso son no lugares.

Es muy difícil que de esos ámbitos nazcan ideas potentes. Cosas concretas. El escenario es de descalificación y su forma de relacionarse es desde el descreimiento. No creen en el otro. Así no hay diálogo y menos aún posibilidades de construir cosas tangibles.

Si bien es cierto que «creer» no es lo más importante, la dinámica del rechazo paraliza el sistema y los anula.

Anula la acción de los ediles y de concejales. Se bloquean. Entramos en una dinámica peligrosa, vivir en una sociedad sospechosa.

Es sano pensar diferente. Lo que no es bueno es quemar todos los puentes. No transitar por los caminos de otras cabezas.

Es curioso pero hay una falta de reconocimiento tan visible que muchas veces dedican gran parte del debate a pedir que le pongan nombre y apellido a las cosas públicas que hacen «los suyos».

Es una lógica compartida de los partidos políticos.

Por este camino no hay posibilidades de pensar en grande.

Volar y pensar en cosas importantes es un campo minado de sospechas, de posibles negocios sucios, lavado de dinero, intereses particulares.

Cuanto más grande es el proyecto, más grande es la conjetura.

Hay un discurso memorable para dar un ejemplo de pensar distinto. Fue el 11 de septiembre de 1962,  en donde el presidente John F. Kennedy en la Universidad de Rice (Texas) explica las razones del proyecto lunar, cuyo costo era millonario y había mucha oposición dijo algo sencillo y categórico :

“Escogimos ir a la Luna no porque fuera fácil, sino porque es difícil…”.

 

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