Que unos pocos, no dañen lo más sagrado que tenemos, nuestro tesoro

Por Nahuel Morosi González
* Lista 904 – Director de la Comisión de jóvenes del Partido Nacional

Nuestra República Oriental del Uruguay, con sus 3 millones de habitantes, gozamos el privilegio de tener una de las democracias más plenas y fuertes de la región.

Personalmente como habitante de esta pequeña nación, quiero a mi país y estoy convencido de que vivo en el mejor país del mundo.

Este privilegio tan lindo, fundamental, con el que contamos los uruguayos, es el más maravilloso que podemos tener como ciudadanos y nos tiene que llenar de orgullo, pero también de una gran responsabilidad de ser conscientes de lo que esto conlleva.

Haciendo un poco de memoria y trasladándonos a la década del 70, parte del 80, años oscuros para nuestra República, donde a los ciudadanos se nos había arrebatado lo más sagrado que podemos tener, la libertad.
Por eso cuando hoy hablamos de cuidar nuestra democracia, ese bien fundamental e imprescindible para la vida de una sociedad, debemos recordar estas épocas, donde esté tesoro sagrado había sido limitado por algunos pocos incrédulos. Pero gracias al poder de la unión y la valentía de nuestros compatriotas dispuestos a todo, recuperamos este bien sagrado.

Hoy han pasado 37 años de construcción republicana ininterrumpida, de fortalecimiento y transparencia en las instituciones del estado, lo cual es gracias al trabajo constante de hombres y mujeres de todos los partidos políticos, sin distinción alguna, que han entregado lo más preciado que un ser humano puede tener, su amor y cariño a nuestro país.

En estos días el gobierno anuncio la intención de avanzar hacia una reforma en la educación, la cual ya había sido anunciada en campaña electoral por el hoy entonces Presidente de la Republica Dr. Luis Lacalle Pou, acordado también en el “compromiso por el país” por los cinco partidos políticos(Partido Nacional, Partido Colorado, Cabildo Abierto, Partido Independiente, Partido de la Gente) que conforman la coalición de gobierno y ratificada por la ciudadanía en las elecciones de noviembre del año 2019.

A raíz de este anuncio, han surgido voces en contra de esta iniciativa, principalmente de la oposición, el FA (Frente Amplio) y los gremios de la educación. Dichos reclamos son legítimos, la mayoría de estos se han llevado adelante con normalidad y, respeto, lo cual debería ser así, ya que nuestro país se caracteriza por su capacidad de diálogo y entendimiento entre los diferentes sectores de la sociedad y el gobierno.
Pero en estos últimos días, hechos de público conocimiento, que son muestra de violencia e intolerancia; como la pintada a la casa del Presidente de la ANEP (Administración Nacional de Educación Pública) Robert Silva, atentando contra su propiedad privada, su familia, en donde de alguna manera se busca intimidarlo.
También tuvo lugar en Florida el pasado domingo 25 de agosto donde se celebraba en Piedra Alta, una de las fechas patrias más importante de nuestro país, un nuevo aniversario, 197° de la declaratoria de nuestra independencia. Allí un grupo donde se encontraban docentes de la educación y muchos otros tal vez estudiando para recibirse, aguardaban la llegada del primer mandatario expresándole su oposición a la reforma educativa, con pancartas, cánticos, gritos e insultos. El Presidente al verlos reclamando, como es habitual de él, intento acercarse para conversar con ellos, pero le fue imposible debido al grado de violencia con el que se encontraban este grupo de manifestantes, que nada más ni nada menos eran docentes.

En el día de ayer el Presidente de la ANEP Robert Silva realizó una actividad en el Cerro (Montevideo) con vecinos y representantes de la educación para charlar sobre la reforma educativa. Allí recibió todo tipo de insultos, amenazas, la rotura del vidrio de su vehículo, por parte de un grupo de docentes y estudiantes que se habían auto convocado para expresar su rechazo a esta reforma.

Estos educadores, quienes deben dar el ejemplo a sus educandos, transmitir valores y principios para la formación de los alumnos, quienes son el futuro y en gran medida toman como ejemplo a sus docentes, paradójicamente muestran todo lo contrario de lo que los uruguayos queremos para nuestros hijos y nietos.

Como ciudadanos esto nos debería llamar la atención y no podemos dejar pasar por alto, ni normalizar estas situaciones. Debemos promulgar el dialogo, la tolerancia, como único camino para el entendimiento en nuestras instituciones, en el cariño y respeto hacia nuestra república, para así construir una mejor sociedad y un mejor país.

Por esto, debemos incitar a la reflexión para fortalecer nuestros valores democráticos, los ámbitos de dialogo, y así, subsanar las diferencias naturales que podamos tener como ciudadanos, para no dañar este tesoro sagrado que hoy tenemos.

Salir de la versión móvil