CTI: la línea medular de dos años de combate a la covid-19 en Uruguay

EFE/ Raúl Martínez

Por Santiago Carbone

Los trabajadores de los centros de cuidados intensivos (CTI) fueron clave en los dos años de pandemia que cumple Uruguay este domingo.

El 13 de marzo de 2020, el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou , anunció que se habían detectado, algo más tarde que el resto de países de la región, los primeros cuatro casos de covid-19 de una lista que hoy supera los 860.000 afectados y unos 7.100 muertos por coronavirus.

Con la libertad responsable y la apuesta por la ciencia como banderas contra la pandemia, entre las medidas adoptadas en Uruguay estuvo la creación de centros de referencia para atender a pacientes con covid-19: el Hospital Español y el Instituto Nacional de Ortopedia y Traumatología (INOT).

Este último empezó a funcionar como «centro covid» poco antes de que un rebrote de la primera ola, entre abril y junio de 2021, aumentara exponencialmente los casos y los fallecimientos.

Dos mujeres, Alicia Cardozo y Marianna Gilardoni, dirigen estos centros, en los que —cuentan a la Agencia Efe— la labor de equipo fue fundamental. Y, como ambas reconocen, jamás imaginaron —cuando estudiaban Medicina— que afrontarían una pandemia.

UN CTI APROPIADO

Una epidemia de sarampión que ocurrió en Uruguay en 1981 —aunque nada tiene que ver, aclara Cardozo— es lo más parecido a la situación actual.

Cuenta que cuando asumió el cargo, en enero de 2021, era un momento en que, tras unos nueve meses de control de la pandemia, los casos en Uruguay subían día a día. Entonces, se planteó como objetivo que el Hospital Español diera respuesta a quien lo necesitara, en las condiciones apropiadas y sin colapsar, algo que hoy, dice orgullosa, se cumplió.

En aquel momento, las noticias llegadas de otros países mostraban imágenes dantescas de centros saturados de pacientes o con problemas de asistencia, como la escasez de respiradores.

Gilardoni, por su parte, resalta que el INOT hizo prevalecer la calidad humana para mitigar el impacto del aislamiento.

Televisores con música en cada habitación, visitas y videollamadas diarias a los familiares fueron algunas de las medidas adoptadas en un lugar, hasta que llegó un robot foca japonés utilizado como herramienta terapéutica en pacientes con patologías psiquiátricas.

«Lo del robot fue maravilloso, cómo interactuaban y cómo se sentían acompañados (los pacientes). Para el aislamiento, fue una de las cosas mágicas que tuvimos», subraya.

COMO ‘DIBU’ MARTÍNEZ

Tanto Cardozo como Gilardoni destacan la labor de los equipos que se formaron en ambos centros y subrayan que estos fueron fundamentales.

«Las personas estaban comprometidas con la causa», puntualiza la directora del INOT, que en agosto de 2021 dejó de ser de un «centro covid» tras cinco meses para convertirse en un hospital quirúrgico polivalente encargado de retomar intervenciones atrasadas por la pandemia.

Según esto, puntualiza que más del 98 % de los trabajadores respondieron en una encuesta que volverían a presentarse a trabajar en ese lugar en caso de catástrofe, algo que Gilardoni considera «el regalo más grande» junto al constante agradecimiento de los pacientes.

Enfrentados a situaciones críticas, los sanitarios de ambos lugares recibieron apoyo psicológico constante, además de aliento de sus compañeros a la hora de comenzar cada labor, algo que Cardozo compara con la actitud del argentino Emiliano ‘Dibu’ Martínez en la última Copa América.

Frente a Colombia, en las semifinales del torneo que finalmente conquistó la Albiceleste, el portero intimidó a sus rivales con recordados gritos en la tanda de penales.

«Nosotros nos hablábamos entre nosotros en el equipo. Era una especie de llegar de mañana y decir: ‘¡Vamos arriba, que vamos a poder pasar este día!'», recuerda.

ENFRENTAR LOS DESAFÍOS Y MIRAR AL FUTURO

Lejos de los cerca de 600 pacientes que llegaron a ocupar camas de CTI en el peor momento, hoy Uruguay tiene ingresadas allí  menos de 100 personas.

Desde un punto de vista personal, Gilardoni recuerda lo difícil que fue estar alejada de su familia e indica que los hijos de los sanitarios afrontaron una situación muy complicada.

No obstante, dice que hacer lo que a uno le gusta y enfrentarse a cualquier desafío sin temerlo son dos enseñanzas que cree le dejó a su hija.

Cardozo, por su parte, anhela que no surja ninguna cepa nueva y que el coronavirus pase a ser uno de los múltiples virus que diagnostican en distintos cuadros clínicos.

«Realmente, espero que sea así para poder desarrollar el hospital que queremos, que va en un sentido más amplio y completo», indica, haciendo referencia a sus ganas de que el centro sanitario perteneciente a la  vuelva a centrarse en otras problemáticas.

Lejos de los números que marcaron la primera ola y la segunda, motivada por la llegada de la variante ómicron, en diciembre pasado, Uruguay suma actualmente unos 1.600 casos diarios, pero con casi un 80 % de su población vacunada con la segunda dosis, además de dos millones de personas con uno o dos refuerzos.

En este segundo aniversario de pandemia, el país que jamás sufrió confinamiento o cuarentena obligatoria transita su nueva normalidad y se encamina hacia un reencuentro con la vieja, tan añorada por todos.

EFE

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