La historia de la Hermana Amelia y el Colegio Divino Maestro

Hermana Amelia Povalej

Entrevista por Elio García |

Hermana Povalej ¿Cómo se da el proceso de creación del Colegio “Divino Maestro” y su elección en nuestra ciudad de Carmelo?

Nuestro muy querido Padre Fundador Monseñor Antonio Rasore, era amigo personal del entonces Párroco del Santuario de la Virgen del Carmen, Padre Ferrari.

El Colegio del Divino Maestro en Carmelo se instaló provisoriamente en el Patronato, con la llegada de la primera comunidad presidida por la Madre Sofía Bunge, la Hermana Lucía Echepare, la Hermana Margarita y fueron recibidas en el Puerto por la señora  Saint Girons y numerosísimas familias que las acompañaron hasta la residencia que iban a ocupar.

En la espera que se terminara la construcción del Colegio del que habían comprado el terreno nuestros Padres Fundadores y hecho construir por ellos mismos, se trasladaron posteriormente a la calle Uruguay 319, comenzando sus actividades el 1 de marzo de 1923.

El Colegio siempre dependió de jerarquías de la Congregación en la Argentina ¿Cómo fueron históricamente las relaciones con la diócesis de Mercedes?

Siempre dependió de las autoridades de la Congregación Hermanas de la Merced del Divino Maestro y siempre fueron buenas las relaciones.

¿En qué año llega usted a Carmelo y  por cuanto tiempo dirige los destinos del mismo?

Llegó  a Carmelo el sábado 5 de marzo de 1960, designada como maestra para turno matutino y vespertino, comenzando las actividades del colegio el día 7 de marzo. Los sábados iba a atender a las niñas para su formación religiosa católica en la casa de familia de Don Manuel Llaguno que también trabajaba en la radio. Los domingos buscaba a los niños cruzando el Puente, participábamos de la Santa Misa y luego los acompañaba hasta sus casas.

En 1961 me hice cargo del Colegio como Directora y Maestra en los dos turnos. Este año completo el personal docente con Doña Tula, Señorita María Angélica Fracasso que además colaboraba en música junto a la señorita Marujita Sarachu. Estaba la Hermana Pasión con Jardín de Infantes, la Hermana Micaela en doble turno, completando una docente que atendía el primer grado.

Recibí el colegio con 80 alumnas y cuando cumplí los tres años en febrero de 1963 ya tenía 300 alumnas. Entonces, me enviaron al Colegio «Madre Sofía Bunge de Ituzaingó» en Provincia de Buenos Aires como Directora y Maestra donde desarrollé mis servicios con amor, creatividad y alegría.

¿Tiene algún recuerdo de aquellos días?

Recuerdo allí un hecho que valoro muchísimo. Me hice un esguince jugando con las alumnas en el recreo de la mañana y al pedirle atención médica a la Superiora, me dijo que tenía que esperar al Doctor Fuentes, que regresaba a las 10 de la noche, porque el Doctor Rebori se había divorciado y casado con una ex alumna. Yo le conté que solo buscaba en el médico la medicina y a su vida personal debía respetarla.  Muchos años después el Doctor Rebori por carta me comentó que las pacientes católicas al tener conocimiento que se había divorciado dejaron de hacerse atender por él y a partir de mi atención médica todas ellas volvieron a ser atendidas por él.

Usted es muy recordada por diversas personas que fueron alumnas del colegio ¿Qué recuerdos tiene de nuestra ciudad?

Inmejorables son los recuerdos que guardo de Carmelo y de la comunidad educativa a la que traté de prestar mis servicios con amor, respeto, mucho entusiasmo, alegría y generosidad.

¿En qué circunstancias se aleja usted del Colegio? ¿cuáles fueron los motivos?

Al cumplir los tres años prestados en el colegio fui designada como directora y maestra al Colegio Madre Sofía Bunge de Ituzaingó, en la Provincia de Buenos Aires, República Argentina. Allí viví y presté servicio como docente, catequista y los días sábados después de dar catequesis en escuelas públicas, a niños de escasos recursos, comenzaba mi recorrida por las villas miserias de Buenos Aires, tratando de escuchar las necesidades y llevando también recursos que pedía a las familias de las alumnas que atendía en el colegio.

En su primera carta aclaratoria  a Carmelo Portal usted  menciona la inercia de la Superiora General María Elena Roldan  ¿Cuál era su diagnóstico?, ¿Por qué no fue escuchada?

Creo sin lugar a dudas es innecesario dar una explicación, dado que la situación de abandono total del Colegio, aunque me duela decirlo fue visto con desagrado y preocupación por toda la población. La calificación de inercia es realmente demasiado suave para el compromiso y responsabilidad que como religiosas y docentes hemos asumido con la comunidad de Carmelo.

La comunidad educativa y religiosa de Tucumán siempre por todos los medios a su alcance le hizo presente en forma personal y escrita a todas las superioras generales, la necesidad de dar una solución acorde a la voluntad de nuestros muy queridos Padres Fundadores, de que continuara sirviendo como colegio católico.

¿En qué situación quedó el Colegio Divino Maestro y cuáles fueron los motivos de su cierre?

La primera causante del deterioro lamentablemente y de común conocimiento por la sociedad de Carmelo ha sido la religiosa Hermana Benigna Cornejo y luego el total desinterés de las superioras mayores que debieron por lo menos, designar alguna persona que llevara a cabo tareas de mantenimiento para proteger una obra destinada a la mejor educación integral de las niñas de Carmelo.

La Superiora General y el Consejo deberían respetar cumpliendo lo que indica el Estatuto de la Congregación que dice textualmente. «cuando por falta de religiosas no pueda atenderse las necesidades de un colegio, debe ser entregado a las autoridades de la Iglesia Local (Obispado de Mercedes), a los fines de que se asegurara la continuidad de la finalidad que se impusieron los donantes de la obra (Colegio) Mons. Antonio Rasore y la Madre Sofía Bunge, mediante la educación de niñas, adolescentes, jóvenes y familias.

¿Esto cómo debemos interpretarlo?

Que jamás se indicó en ningún articulado que debía venderse toda o parte de la propiedad, como lo han hecho contrariando la voluntad expresada por varias religiosas a las que nunca se las escuchó.

¿Viene seguido a Carmelo?

Sí, regreso a Carmelo cuando me es posible porque amo de corazón a la República Oriental del Uruguay. Allí vivieron mis padres, exactamente en Montevideo donde nació mi tercer hermano José Povalej.

Vuelvo porque en el Colegio Divino Maestro de Carmelo me inicié en la docencia como maestra y directora durante tres años. Fueron muchísimas las alegrías, proyectos, realizaciones que he podido concretar gracias a la permanente ayuda de numerosísimas personas, docentes, padres de alumnos que dieron lo mejor para la comunidad del colegio en toda clase de aportaciones. Como así también la comunidad parroquial y las ex-alumnas con su aporte valiosísimo para preservar el colegio. De mi parte no tengo sino sentimientos y palabras de gratitud y pido perdón por el mal trato que pudieran haber tenido que sobrellevar.

¿Tiene vinculaciones con la comunidad católica local?

Sí, verdaderamente con la comunidad católica y no católica local mantengo fluída comunicación, ahora gracias a la ayuda de internet.

En clave actual ¿por qué no se pudo reconstruir el colegio desde una perspectiva católica?

La escasez de religiosas y la falta de capital suficiente para atender los compromisos de pago de sueldos, aportes jubilatorios y obra social según marca la ley laboral. Esto fue el principal detonante que impidió la prestación del servicio educativo.

¿Cuál es su opinión sobre la realidad de este bien que tiene hoy alquilado la congregación a un grupo de padres carmelitanos?

Vuelvo a repetir, se debe respetar la voluntad de los donantes que son nuestros Padres Fundadores, según ya lo manifesté y está indicado en el Estatuto de nuestra Congregación y es que, en la circunstancia conocida por todos y me refiero a la sociedad de Carmelo, debe ser entregado el Colegio a la Iglesia Local para que se asegure y se respete la voluntad del donante como colegio católico.

Al respecto ¿usted solicitó formalmente este pedido a alguna autoridad de la Iglesia Católica?

Sí, el 13 de julio de 2013 le envié al Papa Francisco una carta personal mediante la cual solicité su intermediación ante las autoridades de la Congregación, a los fines que no se venda el Colegio Divino Maestro, que estaba cerrado hacía muchísimos años por falta de religiosas.

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