El renacimiento de La Galatea uruguaya

Fotografía cedida este lunes por el Taller Caja Baja en la que se registraron los brazos de un operario al manipular la imprenta de la editorial uruguaya La Galatea, que está siendo restaurada, en Montevideo (Uruguay). EFE/Taller Caja Baja

Por Concepción M. Moreno

Viejas separatas amarillentas apiladas, tipos de plomo en cajas carcomidas por el tiempo, cuadros expuestos a los solitarios ojos de una gata… Son los últimos testigos de lo que fue La Galatea, editorial que alumbró textos de la uruguaya Generación del 45 y cuya imprenta se restaura ahora como «puente» al futuro.

Los engranajes, las ruedas dentadas y las piezas de hierro fundido de la minerva que los escritores uruguayos Amanda Berenguer y José Pedro Díaz compraron en la década de 1940 e instalaron en un galpón en el jardín de su casa de Montevideo afrontan la etapa final de preparación para un sueño: que La Galatea «vuelva a la vida».

Instalada en la Biblioteca Nacional de Uruguay desde 2013, los expertos esperan que la misma máquina que imprimió «Une métamorphose ou L’époux exemplaire» (1945), de Jules Supervielle, o «La luz de esta memoria» (1949), primer poemario de Ida Vitale, permita en el siglo XXI mostrar a nuevos creadores uruguayos.

CASA Y CENTRO CULTURAL

El matrimonio formado por la poeta Amanda Berenguer (1921-2010) y el docente y narrador José Pedro Díaz (1921-2006), integrantes de un grupo en el que descollaron nombres como la propia Vitale, Mario Benedetti o Idea Vilariño, decidió imprimir en su casa libros propios y ajenos cuando las editoriales no abundaban en Uruguay.

La periodista Magdalena Martínez, española afincada en Uruguay hace más de una década, habita hoy esa vivienda que Juan Ramón Jiménez visitó en 1948, como inmortalizó una fotografía en la que se ve al autor de «La soledad sonora» o «Platero y yo» rodeado por aquellos escritores uruguayos que lo admiraban.

La autora del libro «Montevideo, la bella durmiente» (2019) abre a Efe las puertas de esa casa que «era como un centro de reuniones y de crítica literaria y de intercambio» del grupo y valora, tras mostrar el cobertizo que cobijaba La Galatea y en el que aún quedan vestigios de impresión, la importancia de que se restaure.

«Creo que, en un país que tiene una historia tan joven, es el equivalente de un cuadro de Velázquez. Es un monumento y una parte del patrimonio uruguayo muy importante», explica.

En su opinión, la Generación del 45 «todavía no tiene ni en broma el lugar que merecería en la cultura de masas», por lo que cree que el proyecto de restaurar este «emblema» del grupo y la posterior difusión de nueva obra debería integrar «un enfoque museográfico moderno» que «llegue al público de masas».

LA GALATEA

El responsable del trabajo técnico, el diseñador gráfico Gabriel Pasarisa, señala que falta «un mes más o menos» para el renacimiento de La Galatea, de la que sospecha que estuvo bien cuidada, porque «se encuentra en muy buenas condiciones para la edad que tiene», ya que su patente data de 1860.

En plena labor en el atrio donde está la minerva, una zona de la Biblioteca Nacional reservada para Materiales Especiales, el experto enseña a Efe su funcionamiento, similar al de una máquina de coser, con una rueda lateral y un pedal que impulsa las planchas para «el encuentro entre la tinta y el papel».

«El principal reto es que no haya una pieza fracturada, porque es todo material de hierro fundido, hecho por matrices, por moldes y es un material que prácticamente es casi imposible de soldar y que quede bien. A partir de ahí hacer los ajustes», indica el creador del taller Caja Baja, especializado en composición e impresión fotográfica.

Aunque está en curso una investigación académica sobre la imprenta, cabe pensar que Berenguer y Díaz eligieron el título de la novela pastoril de Miguel de Cervantes para bautizarla en un guiño a la primera e inacabada obra del genial creador español del Siglo de Oro.

Con motivo del centenario de ambos, en 2021, la Biblioteca Nacional promovió el arreglo de la minerva y ahora pretende convocar un concurso de jóvenes creadores para que «La Galatea vuelva a la vida o renazca a través de ese milagro de tinta y papel, como lo hizo con la Generación del 45», afirma a Efe su director, Valentín Trujillo.

Para el también escritor y periodista, «puede ser un pequeño toque vanguardista volver 130 años atrás y poder iniciar una colección de literatura de nuevas voces del ambiente uruguayo a través de una máquina con trayectoria tan importante».

La idea que cerrará ese «puente en el tiempo» entre tradición y modernidad es la digitalización y posterior difusión por los canales de la Biblioteca Nacional de esos libros artesanales.

«No me imagino esta futura colección de poesía, narrativa breve o ensayo breve de La Galatea sin su correlato digital», concluye.

EFE

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