Con más roces que acuerdos, Uruguay y Argentina están obligados a entenderse

Argentinos en Carmelo.

Por Federico Anfitti
Dos vecinos separados por el ancho Río de la Plata, con más coincidencias que disidencias, tradiciones compartidas como el mate, el dulce de leche o el tango y con acentos que confunden a cualquier oído extranjero. Así son Uruguay y Argentina, dos países que suelen discutir pero se necesitan.

En un momento cargado de roces por la intención uruguaya de negociar acuerdos por fuera del Mercado Común del Sur (Mercosur), pero con la clara necesidad de reavivar el turismo entre ambas naciones para reflotar una crisis de un sector vapuleado por la covid-19, los mandatarios de Uruguay y Argentina, Luis Lacalle Pou y Alberto Fernández, se reunirán este viernes en Buenos Aires.

En una coyuntura complicada, con una pandemia de la covid-19 que parece estar mermando en Uruguay pero que todavía tiene a maltraer a Argentina, ambas naciones tienen claro que, pese a sus roces en el bloque regional y sus diferencias ideológicas -Lacalle Pou es de centroderecha y Fernández de izquierda- es un momento clave en el que deberán ponerse de acuerdo.

Ya quedaron en el pasado las primeras reuniones entre ambos, como cuando Lacalle acompañó al entonces presidente uruguayo Tabaré Vázquez (2005-2010 y 2015-2020) a la asunción de Fernández o cuando este fue recibido en la estancia de Anchorena (suroeste de Uruguay) en noviembre de 2020 para compartir un tradicional asado y tratar temas bilaterales en un ambiente distendido.

Ahora, la crispación llegó al punto de que en la cumbre del Mercosur del 26 de marzo, en plena celebración por el trigésimo aniversario de la organización, Lacalle Pou consideró que el bloque no podía ser «un lastre», mientras que Fernández respondió que si lo veía de esa forma «lo más fácil es abandonar el barco».

Esto no quedó allí, ya que meses después Fernández reiteró a Uruguay durante la cumbre del Mercosur en julio: «Nadie se salva solo (…) Solos alimentaremos el espejismo de una vana prosperidad. Unidos podemos consolidar un Mercosur creativo, que avanza de la mano de sus pueblos y no se corta solo, imponiendo visiones unilaterales».

La intención de esta reunión -con carácter más informal- es la de ir en pos de reavivar una relación que parece dañada, por más que ambos lados han tratado de rebajar el tono posteriormente.

Por ello irá el canciller uruguayo, Francisco Bustillo, que pese a ser uno de los mayores promotores de que Uruguay negocie en solitario con el resto del mundo, también es amigo de Fernández y del padre del presidente uruguayo, el exmandatario Luis Alberto Lacalle (1990-1995).

VECINOS, HERMANOS Y TURISTAS

Uruguay es consciente de que no puede ofenderse demasiado con Argentina. Esta relación de vecinos o de hermanos que se aman pero a la vez se pelean constantemente tiene una larga tradición de discusiones, que incluso hizo que en 2005 manifestantes argentinos cerraran los puentes que unen ambas naciones en protesta de la instalación de las plantas de pasta de celulosa en Uruguay.

Argentina tiene un peso tal en Uruguay que, sin contar la influencia del turismo por el cierre de fronteras, es el quinto destino de las exportaciones del país y representó en julio, según el último informe de la Unión de Exportadores del Uruguay, el 4,6 % del total.

Este 1 de septiembre el reencuentro entre ambas naciones va a ir más allá de reuniones gubernamentales debido a que Uruguay abrirá sus fronteras para aquellos extranjeros que demuestren tener propiedades en el país -que son mayoritariamente argentinos- y cuenten con 2 dosis de las vacunas anticovid.

Se estima que unos 200.000 argentinos tienen propiedades en Uruguay, muchos de los cuales han solicitado residencia fiscal y legal en los últimos meses. A ellos podrán sumarse para ingresar a Uruguay, a partir del 1 de noviembre, todos aquellos extranjeros que cuenten con su esquema de vacunación anticovid completo.

En ese momento, quedará en un segundo plano toda discusión del bloque suramericano, las pugnas de los gobiernos serán solapadas por los argentinos que visitarán una de las tierras a las que más frecuentemente asisten -sobre todo en localidades costeras como Punta del Este – y harán efectiva la reconciliación de dos vecinos que saben que se necesitan.
EFE

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