Siete tiros en Conchillas

Que a las 3:15 de la mañana de un viernes un vecino de Conchillas llame a la policía avisando que hay extraños en el local de Antel no debe ser algo común y menos para los dos policías que rápidamente en su unidad móvil se apersonaron en el lugar.

Al llegar a la sede de la telefonía estatal los uniformados lograron divisar a tres individuos. En el frente un auto según el parte policial de  «color oscuro», se encontraba estacionado en el mismo frente.

Son los delincuentes, los que toman la iniciativa fugando del lugar. Uno de ellos sube al auto dándose huyendo sin considerar a sus compañeros malhechores.

Imagino que con el objetivo de impresionarlo,  y que en esas fracciones de segundo -que son eternas-  el infractor recapacitara y abortara la misión delictiva,  es que uno de los policías dispara a la voz de alto la primera bala intimidatoria, al aire obviamente, para no hacer daño.

Luego,  mientras los otros dos forajidos salían andando del lugar,  es que vienen los otros tiros de la policía, siempre en clave disuasiva. Fueron cuatro disparos más que debieron haber sonado fuertes para los vecinos que pernoctaban en las viviendas de calle Doctor Muchada. Todos disparos al cielo, ninguno a las sombras que disparaban del lugar.

Mientras los malvivientes corrían con el botín: la caja de fuerte y un marrón de fierro, fue que el otro policía, disparó dos tiros de advertencia más, sumando los siete que resonaron en el pueblo.

Los delincuentes se perdieron en un monte de la zona, llevando consigo la caja de fuerte. Dentro de la caja no había dinero sino una pistola de procedencia argentina registrada con el número de serie E81409 y anotaciones de rutina administrativa. La caja se encontraba amurada en la pared de la cocina, por lo que debieron utilizar herramientas para desprenderla. En la huída dejaron una bolsa de plastillera blanca con varias cajas de celulares.

La policía dice tener certezas de quienes se tratarían y sería inminente la caída de la tríada delictiva. El coche ya lo abandonaron.

Aquella mañana, seguramente, más de un lugareño habrá dicho «- Está bravo Conchillas!!»

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