Cuanto queda por hacer

Por Elio García

La audiencia pública del Ordenamiento Territorial de Carmelo fue una fotografía del estado de situación actual que vive nuestra ciudad.

Tal vez la más preocupante es la que se percibe a nivel político, allí aparece la falta en claridad de las posiciones  y es visible la presencia de fuertes prejuicios producto de la ausencia de debate.

Y eso no genera confianza. Uno de los temas de mayor sospecha es el presunto poder invisible del sector inmobiliario que algunos sectores políticos vinculados a la izquierda perciben.

Desde allí se ha venido construyendo un modelo que pone en lugares irreconciliables el desarrollo de la inversión inmobiliaria por un lado, con la necesidad de los barrios carmelitanos en infraestructura pública por otro, apuntando a dar respuestas a una mejor accesibilidad urbana y fundamentalmente solucionar los problemas en zonas inundables.

Ambos escenarios son tan distintos como importantes pero curiosamente algunos los entienden antagónicos,  se articula un relato político en donde no conviven, sino que todo lo contrario parece que se debe elegir entre uno o el otro. Los dos juntos no serían posibles, sostienen algunos.

En realidad se parte de un prejuicio que es construir el relato de un sector inmobiliario  como un negocio millonario de pocos, pero nada se menciona en los beneficios que podría traer su desarrollo y capacidad de movilizar la economía local desde una perspectiva turística. De fomentar y liderar el proceso natural de ciudad turística parece no tener consensos.

Es curioso pero en todos lados, menos en Carmelo, a nuestra ciudad la perciben como turística por excelencia.

Pero bien criar chanchos y traer turistas para probar un buen vino, para algunos actores son oportunidades  imposibles de convivir entre si.

Naturalmente que al no plantear estos escenarios, despejar dudas, construir consensos, planificar,  es cantado que muchos vecinos duden.

Las visiones de cada uno de ellos es muy importante,  tienen un sentido propio, pero no  es una mirada comunitaria. No hay allí una pluralidad. Es una serie de individualidades legitimas que confrontan contra algo casi intangible que no se entiende mucho. ¿Qué es para el común de los vecinos el Ordenamiento Territorial?.

Es una pregunta básica pero da la sensación que la hemos salteado. No se hicieron los deberes.

Uno debería esperar que los partidos políticos debatieran estos temas y lograran trazar políticas locales de Estado a largo plazo, pero estamos lejos de ello.

Peor aún , se percibe la utilización del tema discordante con intereses mirando las elecciones municipales del año próximo.

Vivimos en universos distintos,  ciudadanos y políticos. Estos difieren claramente en las cosmovisiones que inspiran las capacidades que requieren entender nuestra ciudad. Sus comportamientos y sus diferencias.

Vivimos también, en un lugar sin estrategias, por eso las cosas parecen no cambiar nunca, hay una retirada generacional del interés común.

El escenario es desafiante para cualquiera que tenga intenciones de liderar: aquí falta todo por hacer.

 

 

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