El impuesto al alumbrado público en tiempos de internet

Por Elio García /

Las lógicas de los vínculos sociales no están donde antes la buscábamos. El hecho que personas con gustos similares consuman regularmente los mismos programas de televisión ya no significa lo mismo que en los años noventa, por poner un ejemplo.

La recepción, los públicos, las audiencias y sus comportamientos, esas variables objetivas que los sociólogos construían para proyectar escenarios como la composición de los hogares por grupo familiar, zona de residencia han perdido progresivamente su poder predictivo. Por eso las grandes sorpresas políticas que venimos observando a lo largo y ancho del mundo.

En nuestro caso de estudio, el impuesto al alumbrado, desnudó también esa nueva realidad. Los gobernantes y políticos no tienen hoy experiencia para decodificar e interpretar las cosas que pasan en el mundo virtual a través de las redes sociales. Muchos no manejan estos temas. No logran darse cuenta de diversos tópicos que vinieron para quedarse y a cambiar radicalmente no solo la sociedad de hoy, las relaciones sociales, sino el mundo de la política.

Para todos los partidos políticos y el gobierno municipal el tema de preocupación no debería ser tanto el impuesto en cuestión, sino la forma de interpretar la realidad.

Internet viene transformando profundamente la relación de la gente con los fenómenos mediáticos. Principalmente por una razón vinculada a la producción de contenidos. Antes los medios contenían y regulaban estos contenidos. Para elaborar todo lo vinculado con lo discursivo se necesitaba acceder a tecnología, ser «alguien» y sortear el vínculo de los medios masivos de comunicación. Sin embargo hoy con un simple celular y conexión a internet, algunos pueden llegar a miles de personas.

Ciudadanos que leen e interpretan, en su gran mayoría, en forma fragmentada, alejados de los análisis profundos y cercanos a la inmediatez, muchos con grandes audiencias que en pocos minutos llenarían decenas de clubes políticos de la vieja escuela.

Así hoy se construye “la realidad”, hay una dispersión de la palabra, dice Jacques Rancière “allí donde se quería encontrar un todo, lo que hay es fragmentación y allí donde se quería encontrar objetivos claramente orientados, hay esa gran dispersión de los itinerarios.”

La autoorganización de estas realidades dice el filósofo Eliseo Verón se encuentran hoy en creciente divergencia, lo que hace muy difícil en palabras sencillas entender los comportamientos de la gente. En las redes sociales es común leer cosas visiblemente violentas en gente que en su vida no virtual es todo lo contrario, incluso cuando uno dialoga en persona, tienen una actitud tolerante y pacífica.

En estos nuevos fenómenos de difícil comprensión el Estado aparece ausente, se reproduce a si mismo casi exclusivamente en una función policial y se aleja de la función política.

Este divorcio entre la gente y las instituciones se multiplica como hongos en el mundo virtual. La pregunta más difícil de responder es ¿qué consecuencias tiene esto en la vida real?, ¿cómo repercute? Por lo pronto en denuncias judiciales, intervenciones mediáticas a través de los medios tradicionales de difusión, pero poco en donde se cocinan y ventilan los problemas.

En las redes sociales.

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